Oblicuos: estabilizan
Siempre pensamos en los oblicuos como músculos para producir el giro del tronco, sin embargo su verdadera función es la contraria. Debes proponer ejercicios de estabilización donde controlen la rotación lumbo-pélvica.
Desde el punto de vista kinesiológico, tanto el oblicuo interno como el externo son músculos cruzados que a modo de faja intervienen en la acción de grandes cadenas musculares para estabilizar al tronco y proporcionar así un punto de apoyo donde las palancas de brazos y/o piernas puedan desarrollar fuerza.
Su verdadera función es controlar el giro de la cintura pélvica sobre la escapular frenando la rotación a nivel lumbo-pelvico. De esta forma, podemos realizar lanzamientos y golpeos con fuerza y control permitiendo una mayor fuerza en la acción de las cadenas cruzadas pero al mismo tiempo realizando una función de protección sobre la región lumbar de la columna. Si los oblicuos no actuasen con precisión y coordinación, la cintura giraría dañando las estructuras vertebrales.
En las acciones deportivas muy pocas veces realizamos giros completos de tronco o inclinaciones laterales, todo lo contrario, son los oblicuos interno y externo los que de forma contralateral y con contracciones excéntricas intentan frenar la rotación aportando estabilidad.
El entrenamiento de los músculos del tronco no solamente es cuestión de fuerza, sino también de control. El objetivo por tanto, debe ser el de proponer ejercicios donde realicen esta acción de forma específica.